La casa de la condesa Marta Marzotto en Marrakech es de esos lugares que no dejan indiferente. Al igual que su personalidad, esta casa rebosa alegría, color y exotismo a partes iguales. Desde los 80 la condesa italiana había visitado Marrakech asiduamente, pero no fue hace hasta hace poco más de 10 años cuando decidió  que era hora de tener allí su propio lugar.

Marzotto describe esta casa como su “pequeña joya”. Cuando la compró, estaba prácticamente en ruinas y llevaron años  devolverle su grandeza. El arquitecto  encargado de tan fascinante transformación fue Stuart Church (entre sus clientes figuran la familia real de Kuwait asi como Pierre Bergé e Yves Saint Laurent) Seda, terciopelo, jade, bañeras de caliza y sobre todo mosaicos, muchos mosaicos. Diseñados por el propio Church, su realización llevó más de un año. La condesa recuerda como artesanos de Fez llevaron grandes piedras y las rompían en trozos pequeños para después cincelarlas en formas geométricas perfectas.

Las alfombras beduinas anudadas a mano llegaron de los mismos proveedores que le suministran las alfombras al rey ´marroquí. Marzotto recuerda como un día  estos vendedores llegaron del desierto y dejaron 150 alfombras de los años 30 a la entrada.

La configuración clásica del Riad se mantuvo en esta casa: todas las habitaciones giran simétricamente en torno a un patio central. Para decorar los majestuosos interiores, la condesa recurrió a anticuarios locales.

Sin duda en el resultado se percibe ese savoire faire, la artesanía así como la vibrante personalidad de Marta Marzotto.

 

               

               

 

               

 

               

 

              

Imágenes: The Wall Street Journal.

Gloria González

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