El interiorismo español está de luto, el pasado domingo decíamos adiós al gran maestro Jaime Parladé.
La decoración del Hotel de Guadalmina en 1958 fue su primer gran proyecto, el primero de muchos. A la socialité marbellí de los 60 le gustaba su estilo, y sus interiores se convirtieron rápidamente en sinónimo de buen gusto, exquisitez y comodidad.
No es de extrañar que entre sus clientes figuren nombres como los barones de Rothschild, la duquesa de Alba, Diana Ross o el Conde Von Bismarck.
Trabajó en España, pero también fuera de nuestras fronteras: Miami, Gstaad, Corfú, Marraketch, Conneticut…
Lo que siempre quiso que prevaleciese en sus interiores era la comodidad para que el primer impacto de cualquiera de sus proyectos fuese atractivo y acogedor.
Afirmaba que la calidad no tiene precio y veía necesaria la confianza mutua entre el cliente y el decorador. Sus trabajos predilectos eran las casas de campo y las reformas de las casas existentes.
Si algo define sus interiores, es la mezcla estilos, “Me gusta la mezcla y me importan poco los estilos o normas. Simplemente, la combinación me tiene que entrar por los ojos” afirmaba el decorador.
Escrito por Ana Domínguez Siemens y fotografiado por Ricardo Labougle y Derry Moore, este tomo de Ediciones El Viso es un imprescindible.